domingo, 30 de agosto de 2009

Sin justificaciones.

Todo en calma.
Pero me quedo viendo al vacío, pretendiendo no comprender.
Ya son siete meses de la operación de mi madre y aún no debe de caminar, por lo que hay que estar atendiéndola regularmente y vigilándola casi las veinticuatro horas del día.
Pobre mujer, que ya se quiere ir al rancho con su marido, y yo, para que negarlo, deseo tener unos dos días nomás para mí solito. Hacer lo que me venga en gana sin necesidad de atenderle.
Digo, que al final de cuentas como vivo en la misma casa, los demás ven tan natural que yo me haga cargo. Ellos nomás cuando tienen tiempo de sobra, que al cabo aqui estoy.
Mirando a la nada.

jueves, 20 de agosto de 2009

Suertudotes :)

Anoche nos cayó una lluvia refrescante. Y a éstas alturas, éso es una bendición pues los calores no están para menos. Afortunadamente no estamos como en el centro del País, donde los niveles de las presas son muy bajos. Ojalá pronto se les reabastezca el sistema Cutzamala, pero también conviene que nos formemos una cultura de ahorro del agua, y de la energía eléctrica, y de todos los combustibles que usamos regularmente.

martes, 18 de agosto de 2009

Cuarto lugar mas peligroso en La Tierra, ¿Será?

Hoy leí que Chihuahua es el cuarto lugar mas peligroso del planeta por aquello de las ejecuciones supuestamente por el crimen organizado. Además, ya hay toque de queda en la Capital y todo aquel que se sorprenda en la calle después de las dos de la mañana será remitido a las autoridades. Como dicen que dijo Porfirio Díaz "Pobre México, ¡tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!"
¿Habrá límite?
"TODOS SOMOS RESPONSABLES DE TODOS"

domingo, 16 de agosto de 2009

Invierno en el Desierto.


Amanece, y es como tener todo el tiempo del mundo.
Como si realmente el tiempo te diera tiempo esencialmente para disfrutar de aquellas cosas que damos por seguras cada día: el aire, el sol, una taza de café, una tortilla de harina, el silencio...

Puedes oir el vuelo de la mosca, el graznar del cuervo, el bramido del becerro en el corral, el viento entre los arbustos, tu respiración pausada y hasta el crujido de los brotes del mezquite queriendo reventar temprano para abrirse paso al infinito.
Es como tener tiempo para hacer un recuento de los años. Redescubrir los días olvidados en los cuales también fuiste feliz y libre de imposiciones mundanas.

A lo lejos, los cerros grises y azulosos así como la llanura amarilla y seca dominan el horizonte, y diáfano el día se desliza pian pianito dándote la oportunidad de buscar el vuelo de las grullas que regresan rumbo al Norte, siempre al Norte.
¿Que tiene el Norte que tanto atrae?
Una promesa de abundancia, el sueño de El Dorado, la continuidad vital, el reencuentro con vidas grabadas en la memoria grupal.

El Sol, grandioso, sigue su camino viejo prodigando motivos para querer vivir. Yo me tiro boca arriba en el suelo permiténdome ser un puente viviente entre Tierra y Cielo llenando asi mis ojos de Azul y borrachito de luz, me entra el medio día.

Transparencia. Unidad. Libertad.

Y tonos ocres y rojizos y cafés y verdes oscuros de ésta vegetación latente que sigue en espera de sus días mejores.

Bajo éstas circunstancias no queda mas que asombrarte y darte cuenta de lo mucho que tienes y de lo poco que necesitas; de añorar lo que querías Ser y saborear lo que ahora Eres. De no desear tener más que lo que te has procurado.

Hace unos días llovió, y en ciertas parte de la Sierra Tarahumara, nevó. Ése viento que viene del Oeste obliga a cubrirte del frío ya vespertino y repecharte en ésa pared expuesta al sol.
Llegan los de a caballo, y nos disponemos a reseñar el ganado. A vacunar las vacas y desparasitarlas, a inyectarles vitaminas y a bañarlas.
El sol (¡todos los días el Sol!), empieza a caer mas allá de los treinta grados, y por momentos, entre el polvo que levantan las vacas y los toros y sus crías, en medio de los gritos vaqueriles, me doy tiempo para hacerle caso en su caída cotidiana plena de colores y nostalgia por el tiempo que se llevó para montar su espectáculo.

La noche se hace y arrecia el frío. ¡Las estrellas explotan! y una taza de café y unas tortillas de harina me esperan para ser calentadas y engullidas ávidamente. Entonces, a amasar los sueños para el Nuevo Amanecer.

Y éste Invierno en el Desierto se acurruca en mi regazo como nunca otro...