domingo, 30 de agosto de 2009

Sin justificaciones.

Todo en calma.
Pero me quedo viendo al vacío, pretendiendo no comprender.
Ya son siete meses de la operación de mi madre y aún no debe de caminar, por lo que hay que estar atendiéndola regularmente y vigilándola casi las veinticuatro horas del día.
Pobre mujer, que ya se quiere ir al rancho con su marido, y yo, para que negarlo, deseo tener unos dos días nomás para mí solito. Hacer lo que me venga en gana sin necesidad de atenderle.
Digo, que al final de cuentas como vivo en la misma casa, los demás ven tan natural que yo me haga cargo. Ellos nomás cuando tienen tiempo de sobra, que al cabo aqui estoy.
Mirando a la nada.

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